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Jaime Guarín, maestro y hermano de la vida – Revista Momentos

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Jaime Guarín, maestro y hermano de la vida – Revista Momentos
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Fue un enamorado del Rock and Roll y el primer admirador de Elvis Presley en Colombia, «cocacolo» reconocido en el Chapinero de comienzos del decenio más romántico e idealista del siglo XX, los inolvidables años sesenta, lapso en el que se produjeron los cambios generacionales que le dieron identidad a este decenio del pasado siglo. Músicos, poetas, escritores, políticos, pintores, modistos, modelos, actrices, actores, productores y directores de cine le dieron personalidad a los inolvidables años sesenta.

Paz en la tumba del gran Jaime Guarín.

Edgard Hozzman

Por Edgard Hozzman Londonderry Hew Hampshire

Elvis Presley, fue el ídolo de Jaime Guarín: su modelo lo emuló en su corte de pelo, peinado, en su andar y en su atuendo descomplicado, sus mocasines, blue jeans desteñidos, su suéter negro con franja roja. Su estatura 1.85mts y excelente figura, eran acordes a sus afanes, lo que le valió ser reconocido como “cocacolo” denominación que le daban en la Bogotá de comienzos de los años sesenta, a los rebeldes sin causa.

Jaime era un adolescente carismático, con la irresponsabilidad propia de su edad, osado, conquistador, su carácter era la energía de su voluntad. Era consciente que la felicidad y la tristeza van de la mano, sabia dominar estos sentimientos y siempre estaba feliz y optimista.

Su primo hermano, el ingeniero electrónico jesuita, Antonio José Salcedo creyó descubrir la vocación sacerdotal de Jaime, por lo que no dudo en llevarlo a la Apostólica del Mortiño. Dios y la naturaleza le hicieron entender a nuestro noble y novel seminarista que su espíritu evolucionaria y fructificaría de acuerdo con sus sentimientos, pasiones y fantasías.

Su gran fantasía: conquistar a la adolescente más bella del barrio La Quinta Mutis, Astrid Amparo Arciniegas: rubia, de ojos verdes con el encanto primaveral de sus 15 años; Alegre, cálida, simpática, con un toque único de distinción.

Su devoción por el rock and roll lo descubrió Jaime en el Colegio José Joaquín Ortiz de Tunja, dirigido por Jesuitas. Este internado era de estrato alto, a él llegaban los alumnos que por cualquier razón no habían cumplido las expectativas académicas de sus padres.

No era un cuartel, era un internado exigente y disciplinado, para la mayoría de los alumnos era un severo castigo, el que los alejaba de su barrio, de sus novias, de sus ilusiones y amistades.

La Tunja de finales de los años cincuenta era un pueblo grande, donde la única diversión eran los tres teatros de cine, el salón de bolos, las tardes deportivas en la finca de la comunidad Jesuita, “Pensilvania”, la rivalidad de los alumnos del colegio José Joaquín Ortiz con los del Colegio Boyacá, los desfiles en las fiestas patrias.

Los compañeros de Jaime lo comenzaron a llamar Jimmy, algunos de ellos habían viajado y vivido en los Estados Unidos y Europa. Por ellos comenzó a tener noticias de Elvis y el rock and roll.

Al mes de haber llegado al internado ya era el tambor mayor de la banda de guerra, la mejor de Tunja, lo que lo catapultó a la popularidad en la capital boyacense, admirado por las alumnas del Colegio de la Presentación y las hermanas de sus compañeros.

En su habitación había un lugar especial para un afiche de la actriz, modelo y cantante, Sandra Dee, a quien definía como su novia de película. Sandra Dee, fue personificada en la película Grease (Vaselina) por Olivia Newton John. Sandra Dee fue el amor de los adolescentes de comienzos de los románticos años sesenta.

Jimmy comenzó su vida laboral como vendedor y con una pequeña industria artesanal de juguetes de madera, en la que le colaboran sus hermanos.

En los primeros años del decenio del sesenta era el modelo para los adolescentes del barrio, La Quinta Mutis, para quien fue su maestro de baile, conducción, entrenador de futbol, consejero sentimental y la persona a quien acudían para resolver cualquier dificultad académica, económica o pleitos cotidianos, con sus compañeros y vecinos.

Incursionó en la locución en Emisora Mariana, escuela de grandes profesionales de la radio: Hernando Perdomo Che, Jairo Moncada, Guillermo Diaz S., Hernando Galvis, entre muchos más. Su modelo en el micrófono fue Jaime Martínez a quien escuchaba en Emisora Mil XX y Emisora Nuevo Mundo. Admiró a Carlos Pinzón.

La locución fue debut y despedida, lo desanimó el sueldo que le ofrecieron en Radio Reloj.

La generosidad y bondad de Jimmy sorprendió a propios y extraños; socorrió a un caminante uruguayo desprotegido adoptándolo por un buen tiempo; a una adolescente que sufría ataques severos de asma, la salvó en varias oportunidades llevándola a su médico de cabecera, el Dr. Afanador; rescató una paloma que se asfixiaba en el asfalto, la limpio y la dejó al cuidado de su madre Inesita, rescataba perritos abandonados, compartió lo mucho o poco que tuvo con los más necesitados.

Fue filántropo y melómano, Elvis, el rock and roll, la música colombiana y los boleros fueron su gran pasión. Conoció a David Parales, Jorge Villamil, Héctor Paul, Silva y Villalba, entre otros más en los viernes culturales que organizaba.

Padre cariñoso y un abuelo alcahuete, tierno, adorado por sus nietos. Querido y respetado por sus sobrinos para quienes siempre tenía tiempo. Para Jaime la ternura no era piedad, era el sentimiento que le daba identidad a su personalidad.

Comenzó su actividad laboral como vendedor y artesano. Su razón social, el acrónimo “Jaguar” JAime GUARin . El garaje de su hogar paterno lo convirtió en fábrica de juguetes de madera, en la que trabajaban sus hermanos y primos. Paralelamente vendía licores finos, esta fue su primera escuela la que dio experiencia y proyección como profesional de ventas y mercadeo.

Jaime Guarín

El motivo de su vida fue su familia, sus hijos: Astrid Inés y Silvio Antonio Guarín Arciniegas. La salud de su niña Astridcita se deterioró, fue apagando su existencia, ante la impotencia y el dolor que heria el ser de sus padres; Jaime y Amparito. Fue un lapso agotador; sin esperanzas, la tristeza vivió en sus existencias, la angustia fue su fiel compañera.

El vacío, soledad y silencio de la sonrisa de Astricita, que dio encanto a sus ilusiones y alegrías se apagó. La partida de su hija fue el comienzo de la despedida de esta dimensión de: Amparito y Jimmy.

Jimmy enamorado del amor; sus canciones y poemas afluentes de un sinuoso rio de ilusiones encontró el mar de la eternidad. La triste y amarga sonrisa de su fiel compañera y apoyo Nancy, la voz de su nieta, María José fue el último adiós para Jimmy.

Hasta siempre maestro y hermano de la vida. IV-24-2024

ehozzman1@yahoo.com

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