El fracaso no fue una opción.
“Mi esposo dejó su trabajo tres semanas después de que se abrió la panadería”, explicó sobre la decisión de Carlos, unirse a la compañía como CFO, “porque reconocimos que pones todo en los pasteles de Nadia para asegurarnos de que sea exitoso, o vamos a perder todo”.
Era un riesgo que valió la pena, con Nadia Cakes se expandió posteriormente más allá de su ubicación original en el sur de California a dos panaderías en Minnesota, donde la familia Jiménez ahora llama hogar.
“Definitivamente no me embarcé en este viaje para ser un panadero galardonado o una campeona de la red de alimentos”, enfatizó. “Estaba haciendo lo que tenía que hacer para pagar mis facturas y cuidar a mi familia, como si fuera todo lo que estaba haciendo”.
También quemó a Abby. Agotada, ella retrocedió para concentrarse en otra pasión: la escritura.
“Cuando se trataba de los libros, ese era probablemente el menor riesgo que había tenido que asumir”, explicó Abby a E!, “Porque no necesitaba los libros para lograr ningún objetivo que me haya propuesto”.