Volkswagen de Alemania dice que los vientos en contra de la industria automotriz significan que no puede descartar el cierre de plantas en su país de origen y debe abandonar una promesa de protección laboral de larga data en vigor desde 1994 que habría prohibido los despidos hasta 2029.
“La industria automovilística europea se encuentra en una situación muy exigente y grave”, dijo Oliver Blume, CEO del Grupo Volkswagen, en un comunicado el lunes.
Citó la entrada de nuevos competidores en los mercados europeos, el deterioro de la posición de Alemania como centro de fabricación y la necesidad de “actuar con decisión”.
Thomas Schaefer, director general de la división de turismos de Volkswagen, afirmó que los esfuerzos por reducir costes estaban “dando resultados”, pero que los “vientos en contra se han vuelto significativamente más fuertes”.
Los fabricantes de automóviles europeos se enfrentan a una creciente competencia de los económicos coches eléctricos chinos.
Los resultados semestrales de la compañía indican que no alcanzará su objetivo de 10.000 millones de euros (casi 15.000 millones de dólares canadienses) en ahorro de costes para 2026, afirmó la compañía.
El debate sobre cierres y despidos afecta a la marca principal de la empresa, Volkswagen.
Las ganancias operativas de la marca principal cayeron a 966 millones de euros (1.400 millones de dólares canadienses) desde 1.640 millones de euros (2.450 millones de dólares canadienses) en el mismo período del año anterior.
El grupo también incluye marcas de lujo como Audi y Porsche, que tienen márgenes de beneficio más elevados que los vehículos de mercado masivo fabricados por Volkswagen, así como SEAT y Skoda.
La compañía ha buscado reducir costos mediante jubilaciones anticipadas y adquisiciones que eviten despidos forzosos, pero ahora dice que esas medidas pueden no ser suficientes.
Las medidas adicionales que afecten a las plantas o a las garantías de empleo se negociarían con los representantes de los trabajadores.
El cierre de esta planta sería el primero desde que cerró su planta estadounidense en Westmoreland, Pensilvania, en 1988, según la agencia de noticias dpa.
Los dirigentes sindicales y representantes de los trabajadores atacaron la idea de cierres o despidos.
“El enfoque de la dirección no es sólo miope, sino peligroso, ya que corre el riesgo de destruir el corazón de Volkswagen”, dijo Thorsten Groeger, negociador jefe de VW para el sindicato industrial IG Metall, en el sitio web del sindicato.
La principal representante de los trabajadores, Daniela Cavallo, afirmó que “la dirección ha fracasado… La consecuencia es un ataque a nuestros empleados, a nuestras plantas y a nuestros convenios colectivos. Con nosotros no habrá cierres de plantas”.
El gobernador de la región de Baja Sajonia, Stephan Weil, que forma parte del consejo de administración de la empresa, estuvo de acuerdo en que la empresa necesitaba tomar medidas, pero pidió a Volkswagen que evitara el cierre de plantas recurriendo a formas alternativas de reducir costos:
“El gobierno estatal prestará especial atención a esto”, dijo en un comunicado recogido por la agencia de noticias dpa.